Conjuntivitis

La Conjuntivitis es la infección ocular más frecuente y una de las causas de ojo rojo en cualquier edad: desde recién nacidos hasta ancianos. Consiste en una inflamación de la conjuntiva, que es la mucosa que recubre el interior de los párpados y la parte blanca del ojo. Esta inflamación hace más visibles los vasos sanguíneos, lo que le da al ojo un color rosado o rojizo.
Los síntomas de la conjuntivitis pueden variar dependiendo de la causa pero, por lo general, incluyen lo siguiente: enrojecimiento de la parte blanca del ojo, picor o irritación, sensación de tener arena en los ojos, mayor sensibilidad a la luz, aumento del lagrimeo, secreción del ojo blanca o amarillenta y pestañas con legañas. Pueden durar entre 1-3 semanas.
La conjuntivitis causada por virus o bacterias es muy contagiosa y se propaga fácil y rápidamente de persona a persona. Se puede reducir el riesgo de contraer o propagar la conjuntivitis si toma algunas medidas simples de cuidado personal: lavarse las manos frecuentemente o con soluciones antisépticas, evitar tocar o frotarse los ojos, no compartir maquillaje ni cosméticos ni gafas ni toallas.

Para el tratamiento de las conjuntivitis además de aplicar medidas higiénicas (higiene de párpados, lavados con suero fisiológico, lágrimas artificiales), será necesario utilizar algún colirio específico según la causa durante unos días.

Tipos de conjuntivitis.
Según sus causas la conjuntivitis se clasifican en:

Bacterianas

Los síntomas del ojo enrojecido están generalmente asociados con lagrimeo espeso y abundante de color blanco, verde o amarillento sobre todo por las mañanas. A menudo, también están presentes síntomas como la congestión de los senos paranasales y mucosidad nasal. Se tratan con higiene ocular y antibióticos tópicos. La conjuntivitis bacteriana es contagiosa, pero generalmente se cura entre 7 y 10 días después del comienzo de los síntomas.

 
 
Víricas

Son muy frecuentes, producidas generalmente por adenovirus y muy contagiosas. Los síntomas son enrojecimiento de ojos, párpados hinchados, lagrimeo acuoso y afectación de ganglios preauriculares. En algunos casos se afecta la córnea produciéndose infiltrados que restan agudeza visual. Las infecciones víricas no se curan con antibióticos pero se administran en muchas ocasiones para prevenir sobreinfecciones bacterianas y se suelen añadir esteroides tópicos y lágrimas como tratamiento sintomático. Son cuadros que suelen empeorar los primeros días antes de mejorar y pueden durar hasta 1 mes.

Alérgicas

Típicamente estacionales, se distinguen por tener un importante picor, y por tener secreción acuosa y frecuente asociación con sinusitis o estornudos. En otras ocasiones están vinculadas con alérgenos como la caspa de las mascotas o los ácaros del polvo. Se tratan con colirios antihistamínicos tópicos y en ocasiones hay que añadir corticoides.

 
 
Por cuerpo extraño

El mal uso de lentes de contacto o la entrada de un elemento en el ojo facilita la introducción de los microorganismos causando conjuntivitis. Los cuerpos extraños hay que extraerlos, pero esto debe hacerlo un oftalmólogo.

 
 
Traumáticas

Los arañazos y los golpes facilitan la sobreinfección conjuntival. Hay que descartar lesiones sobreañadidas, sobre todo la úlcera corneal.