Filtros para gafas y pantallas: ¿funcionan?
En los últimos años hemos visto un aumento importante en el número de dispositivos electrónicos a nuestro alrededor. Ya sea en el trabajo o en casa, dedicamos gran parte de nuestro tiempo y ocio al uso de ordenadores, tablets y smartphones.
Sin embargo, la fuente de luz de este tipo de dispositivos, en su mayoría de pantallas LED, se ha asociado a diferentes afecciones oculares, teniendo gran parte de la culpa la luz azul.
La luz azul es la parte del espectro visible más cercana al ultravioleta. En nuestro día a día recibimos esta luz en su mayor parte del sol y, en menor medida, de los dispositivos de luz artificial LED que ya hemos mencionado anteriormente como son bombillas, televisores, ordenadores, tablets y móviles.
Al ser una luz con características tan parecidas a los rayos ultravioletas, se le asocian efectos nocivos similares, como el envejecimiento prematuro de los tejidos oculares. Además, se considera que podría provocar una alteración en el rendimiento visual, conocido como síndrome de fatiga visual, y en los ciclos naturales del cuerpo, como son el ciclo del sueño, en el caso de que dediquemos varias horas a este tipo de dispositivos al terminar el día.
En busca de encontrar soluciones para mejorar estas afecciones, las casas comerciales de lentes han generado toda una gama de productos que previenen los daños ocasionados por este tipo de dispositivos. Así son:
– Filtros especiales para pantallas: se colocan delante de la pantalla para minimizar los reflejos, brillos y absorber parte de la radiación de luz azul.
– Gafas con antirreflejante de luz azul
Sin embargo, este tipo de filtros no absorben más de un 10-20% de la radiación emitida, por lo que el uso de filtros se debe complementar con un cambio de hábitos como aumentar la distancia de trabajo a los dispositivos, intercalar espacios de tiempo para descansar la vista, dormir bien y evitar los excesos de alcohol y tabaco.